Rectores hispanoamericanos ofrecieron su visión sobre los retos del siglo XXI

Todos coincidieron en que la lengua debe tener mayor protagonismo en la formación de los universitarios y ser una materia transversal a todas las disciplinas. El rector de la UNC, Hugo Juri, dijo que el desafío es ayudar a conducir el tránsito de esta civilización tecnológica, sin ser esclavo de ella. (30.03.2019)

En el marco del VIII Congreso Internacional de la Lengua (CILE), hubo lugar para una conferencia de rectores hispanoamericanos que se tituló “Ochocientos años de la universidad en el mundo hispánico. Los retos en el siglo XXI”.

Se llevó a cabo el viernes 29, en el Aula Magna de la Facultad de Derecho. La presidencia del espacio estuvo a cargo de Elsa Barber, primera mujer en dirigir la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en sus más de 200 años de existencia. Y el coordinador del panel fue el exrector de la UBA, Guillermo Jaim Etcheverry.

El panel estuvo integrado por Pilar Aranda Ramírez, rectora de la Universidad de Granada (España); Gabriel Capitelli, secretario de Relaciones Internacionales de la Universidad de Buenos Aires (UBA); Hugo Juri, rector de la Universidad Nacional de Córdoba; Ricardo Rivero Ortega, rector de la Universidad de Salamanca (España); José Vicente Saz Pérez, rector de la Universidad de Alcalá de Henares (España); Alberto Vital, coordinador de Humanidades de la Universidad Autónoma de México.

 

 

El encargado de romper el hielo fue Jaim Etchverry: “La Universidad es una institución de ideas, y las ideas son la expresión de un poder transformador frente al poder político y eclesiástico. En un mundo cada más de las cosas que de las ideas, la universidad es un ámbito donde se respetan las ideas. Y la lengua es el vehículo indispensable para comunicarlas”.
 

 

El titular de Salamanca, Rivero Ortega, señaló que recordar el mejor pasado implica también pensar en el mejor futuro. “La historia de las hegemonías lingüísticas nos tiene que hacer reflexionar sobre sobre cómo potenciar nuestra lengua en las ciencias, en las humanidades y en la tecnología. La lengua española o panhispánica es un lugar enorme que comparte territorio con otras culturas lingüísticas. Esa visión global nos desafía a que el español, lengua que hablan más de 500 millones de personas, recupere espacios principalmente en las ciencias. Los rankings de universidades y las métricas alternativas es un problema de proyección para el español por cuanto la ciencia se comunica en inglés”, dijo.

Por su parte, el rector Saz Pérez expresó que la lengua debe ser una competencia transversal a todas las disciplinas. “Los nuevos retos que nos ofrece este mundo cambiante y vertiginoso, hacen que las universidades debamos tener el rumbo adecuado. En este contexto, la lengua tiene un rol destacado en la formación universitaria, en todas las situaciones que planteen los cambios sociales y tecnológicos. Se requiere ir hacia un modelo transversal y la lengua tiene ser la vertebradora de ese esquema, con una mirada multidisciplinaria. Eso implica un gran esfuerzo de adaptación, rápido y flexible”.

 

 

Pilar Aranda, rectora de Granada, se refirió al conocimiento y al poder: “Generar conocimiento nos da la autonomía frente a los poderes. Y la universidad tiene la misión de formar a los líderes. Eso implica no sólo formar a los profesionales del futuro, sino también formar ciudadanos, para transformar la realidad y resolver nuestros problemas. Y el espacio iberoamericano tiene ese rol de generar y transmitir conocimiento. En el marco de la agenda 2030, la lengua cumple un rol fundamental”.

 

 

El rector Juri se apoyó en un pensamiento del ministro de Educación de Francia, Jean Michel Blanquer, al comienzo de su discurso: “En este incierto  y extraordinario comienzo de milenio y su cuarta revolución industrial, científico y tecnológico, el gran desafío de la universidad es que al paradigma del universo sin concepto, de hiperindividualismo que coloca a la universidad en el centro de la paradoja de la globalización, por un lado, y la fragmentación política, científica, tecnológica y social, por otro, se imponga el paradigma del humanismo que sigue siendo un pensamiento moderno”. Y agregó: “El desafío es ayudar a conducir el tránsito de esta civilización tecnológica, sin ser esclavo de ella. Por eso las universidades deben tener estructuras más flexibles, porque todos deberán volver a la universidad para actualizar sus conocimientos. Eso importa generar herramientas, no sólo carreras, y es el momento de trabajar todos juntos”.

 

 

Capitelli, secretario de Relaciones Internacionales de la UBA, planteó la necesidad de pensar la universidad pública como un triángulo: académico, generador de conocimiento y exgtensión. “En definitiva, la universidad tiene que mejorar la calidad de vida de la gente. Que es gratis, pero no para todos los sectores que nos solventan en su conjunto. Devolver todo lo que nos dan, formando egresados con sensibilidad social”.

El último disertante, Alberto Vital, coordinador de Humanidades de la Universidad Autónoma de México, planteó: “Parece que siempre estamos en guerra contra el futuro. Tenemos que generar ideas para ese futuro y lo mejor que sabemos hacer es imaginar. Y el mundo panhispánico es un espacio de colaboración en ese sentido”.