Consorcio de científicos argentinos recibe un subsidio millonario de la UE para estudiar una proteína vinculada al cáncer

Foto: Los doctores Lucía Chemes (izq.), de la UNSAM, Gustavo Parisi, de la Universidad Nacional de Quilmes, Cristina Marino-Buslje, del Instituto Leloir, y Silvio Tosatto, de la Universidad de Padua. Créditos: Franco Simonetti / Bioinformática – Instituto Leloir. (Gentileza: MinCyT)
 

El CONICET informó que un consorcio de instituciones científicas de Argentina fue elegido por el programa de investigación básica más grande de la Unión Europea (UE) para estudiar, mediante métodos computacionales, cierto tipo de proteínas que podrían estar involucradas en la génesis de numerosas enfermedades, incluyendo el cáncer, el Parkinson, el Alzheimer y las infecciones virales.

El Programa Marco de Innovación e Investigación Horizonte 2020 de la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la UE, otorgará con ese fin cerca de 1.300.000 euros a grupos de bioinformática del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires (IIBBA) –Unidad Ejecutora dependiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Instituto Leloir–, de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

Ese monto también se compartirá con colegas de la Universidad de Padua, en Italia; de la Universidad Eötvös Loránd, en Hungría; del University College de Dublin, en Irlanda; y del Laboratorio Europeo de Biología Molecular, conformado por centros de investigación de 18 países del continente.

Las proteínas que se van a investigar son las llamadas “intrínsecamente desordenadas” o IDP según sus siglas en inglés, “un tipo de moléculas que despierta interés dentro de la comunidad científica porque hay evidencia creciente de que, entre otras cosas, se asocian a numerosas enfermedades”, informó al CONICET la doctora Cristina Marino-Buslje, jefa del Laboratorio de Bioinformática Estructural en el Instituto Leloir e investigadora del CONICET en el IIBBA.

Se piensa en que las proteínas, además de cumplir un rol estructural, acelerarían reacciones químicas esenciales, regulando la expresión de la información genética, posibilitarían la comunicación entre células y transportan nutrientes, entre otras funciones vitales para el organismo.

Dentro de esa categoría de moléculas, las IDP son un tipo particular que desafía el paradigma clásico establecido por el bioquímico estadounidense Christian Anfinsen, Nobel de Química 1972, según el cual la secuencia de una proteína codifica para una única estructura tridimensional que determina su función. En realidad, de acuerdo con estimaciones recientes, más del 30% de las proteínas son muy flexibles y tienen regiones plásticas que cambian constantemente de conformación y pueden interactuar de manera compleja y a veces “promiscua” con otras proteínas. Los mecanismos de esta versatilidad molecular son poco conocidos.

El consorcio subsidiado va a enfocar sus esfuerzos en avanzar en metodologías para identificar estas proteínas desordenadas en los genomas de las células humanas y también las de patógenos microbianos y virales.

El subsidio también va a permitir que el país albergue reuniones científicas internacionales, recibir investigadores extranjeros y que investigadores puedan especializarse en centros de excelencia del exterior argentinos (más de 50 estadías de hasta 3 meses de estadía cada una), destacó el doctor Gustavo Parisi, jefe de la Unidad de Bioinformática Estructural de la UNQ, investigador del CONICET en el Departamento de Ciencia y Tecnología de dicha universidad y presidente de la Asociación Argentina de Bioinformática y Biología Computacional.